INCISO
Instituto Cultural de Información del Sotavento Oaxaqueño: Felipe Matías Velasco.
Apodos: sacramento popular.
Parte I
Luis Fernando Paredes Porras.
A Jesús el Nazareno, lo bautizaron en el Jordán, su primo Juan, lo sumergió en el mítico río y nació entonces el sacramento del bautizo. Pero ya antes , desde la tradición Judeocristiana, se nos dice que fue Adán, quien con la fuerza del verbo, de la palabra, comenzó a bautizar a los objetos y seres vivos, en un acto de ocio, que ante la llegada de Eva y su posterior descendencia, les permitió identificar y clasificar. Ponerle nombre a las cosas, es a final de cuentas, un acto inherentemente humano.
Clasificar es necesario para poder comprender al mundo. Cuando se nace, la familia nos identifica de los demás integrantes y demás miembros de la comunidad, poniéndonos nombre. Un nombre es la identidad legal que nos acompañará toda nuestra vida, e incluso, aún muertos, el nombre puede trascender aunque con los años, la obra se vaya diluyendo entre el olvido.
Nombres y obra, dos hechos que son asignados a voluntad. No así son las características físicas que por herencia genetica desarrollamos o llegamos a adquirir por enfermedad, accidente y caprichos del carácter. Estas características que bien nos sirven para identificarnos y diferenciarnos de los demás, son la materia prima, la fuente de donde abreban quienes se autonombran ministros del culto popular y bautizan a diestra y siniestra a todo aquel que sea motivo de inspiración, estos personajes, observadores, creativos, hirientes, mordaces, poseedores de un ácido humor negro y que han logrado en ocasiones catapultar a la memoria colectiva a una persona, no por su obra ni por su nombre legal, son quienes ponen los apodos.
Apodos que son reflejo de percepciones comunitarias, ya de transferencias inconscientes o de prácticas malsanas, palabras que se degustan en silencio o en franca desfachatez, lunares que no se operan, perfumes que no se gastan, los apodos son reflectores que el pueblo coloca sobre el pueblo, en la representación teatral que es la vida. Y como la vida es un flujo, es un río, y cómo cuando el río suena es porque agua lleva, es en la Cuenca del Papalaopan, río de la mariposas, símbolo del milenario y mistico río Jordán, el que pareciera salpica de creatividad a quienes, como ya se dijo, simbólicamente son sacerdotes, ministros, capellanes o de a perdida acólitos, maestros – por aquello de hacerlo con maestría – en el arte de poner apodos. Los habitantes de la Cuenca saben que las personas que tienen un nombre legal, pero nada como tener el sacramento popular del apodo.
Desde Alvarado a Tuxtepec, este río humano que es el pueblo jarocho, bautiza a porpios y extraños con la rapidez del aleteo verdozo de un colibrí de Usila, con la pericia de una libélula, alias “santiagos”, con la certeza de un flechador experto en búsqueda del blanco, con la creatividad acumulada a flor de piel por la tradición jiribilluda y con la mirada atenta, escudrilladora de quien con insospechadas intenciones, bautiza con un apodo.
Esta tradición - polémica por su puesto-, ha dado motivo a que dos poetas cuenqueños escriban sobre de ello, uno de Tuxtepec, Felipe Matías velasco y el otro, Tlacotalpeño, Porfirio Rosado Galo, ambos amantes de lo bello, por lo tanto traen a flor de piel el asombro y ambos, por supuesto amantes del Danzón.
Leamos en esta entrega las décimas – este género tan Tlacotalpeño que nos lleva a extrañar al maestro Guillermo Chazaro Lagos, que ya se volvió rio para versar eternamente – que Don Porfirio Rosado Galo nos obsequia.
Un culto capitalino
que hablaba hasta por los codos,
coleccionista de apodos
hasta Tlacotalpan vino.
En éste pueblo divino
lo saludó "Mamachiche"
tambien el gran "Culichiche"
igual que Rubén "Benyé"
y el Profesor "Achevé"
lo invitó a comer tismiche.
Caminando por la orilla
platicó con "El Biruzo"
tambien con el "Pato Buzo"
y preguntó por "Trabilla".
Con pura gente sencilla
quería llegar a la meta,
pero llegó "Metralleta"
con su paisana "La Flaca"
buscando a "Cara de Caca"
y a su amigo "Capereta".
Un cotel pidió a "Guayana"
el mecánico "Tontera",
le obsequió una guayabera
y le presentó a "Soriana".
Muy temprano de mañana
fue visitar "Al Abuelo",
se sentía como en el cielo,
de éso cualquiera presume
cuando conoció a "Perfume"
y al famoso "Guero Chelo".
Sin desviarse de la ruta
fue a la casa de "Milinga",
saludó al papá de "Ninga"
y preguntó por "Pituta".
Le dijo al sastre "Guatuta"
quiero ver a "Come sebo"
pero uno de los "Bebo",
que no estaba muy distante,
le dijo aquí está "Gigante"
y agarró fuerza de nuevo.
Voy cansado pero llego
dijo "El Chilango" a "Moronga"
quiero ver a "Pichoronga"
y también al "Pipiciego".
"Culito de Lata", Diego
amigo de "Chile Pinto"
siempre anda brujo, sin quinto
es más "Clavero que Toto"
esquiva como piloto
ya se parece a Jacinto.
y el difunto "Tata Dios",
hay apodos como arróz
dijo Armando "Teterete".
A todos nos gusta el brete
hay que ser abuzadillo
"Ruquio", "La Jaiba", "Cadillo"
Benito "La Onda"" y "Cañanga"
con " Sarapico " y “Guachanga"
vacilaban con "Quinillo".
Yo ya no salgo de noche,
dijo Jorge "Palomilla"
era muy amigo de "Trilla"
visitaban a "Vitoche".
Le compré pescado "Al Poche"
para darnos un festín,
Don Romualdo "Tocotín"
y el famoso "Cagarrecio"
"Medio Boleto", algo necio
y el mecánico "Monín.
Hay para dar y prestar
dijo Porfirio Rosado,
mucho más que en Alvarado
no te vayas a asustar.
Tlacotalpan, el lugar
que el apodo encuentra apoyo
sin andar con tanto rollo
hablas con "Bola de Queso"
con ""Zarampa" o con "El Tieso"
o Pedro "Pata de Bollo".
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